Ensayista danesa, macroeconomista.
Después de haber leído a Janne con NADA, entiendes que simplemente te encontrarás con algo que te vuele los sesos y te haga sentir cosas tan extremas que podrías no querer que el libro se termine.
Éste es uno de esos pocos libros que, no importó cuántos más se atravesaran en mi camino, caminaba directo a él. Lo llevé a mi casa, en mood: "My precious".
Sin embargo, camino a casa leí la reseña y sentí algo así como una resignación hacia el texto. Me llenaba de ideas la cabeza, sobre si era verdad que todos los libros de un autor tienen los mismos tintes. Tal vez me sentí algo decepcionada, porque los niños de "nada" eran maravillosos.
Me tardé unos 3 meses en decidirme y comenzar a leer Todo.
Entonces, me gustó tanto, que les llevé un cuento al círculo de lectura que en ese momento estaba haciendo.
Está bien, no me causó el impacto que "Nada" me dejó un nudito en la panza. Ya conocía su trabajo y tenía miedo de desilusionarme, pero no.
Para nada.
Me encanta cómo y cuánto me asustan los pequeños de éste libro. Me dieron todas las ganas del mundo de ir por dulces y azotar cabezas, de visitar psiquiátricos, hablar con arboles. Se me erizó la piel cada vez que encontraba una historia tan impactante al pasar las páginas. Que la tensión en mi estómago iba creciendo inevitablemente. Me hacía sentir que iba a un espiral decendente del que no había forma de escapar.
De hecho, fue una de las más deliciosas sorpresas el poder encontrarme con éste libro. En ningún momento deja de ser ella, por lo tanto para mi la más notable diferencia de NADA y TODO es que Nada es un todo, y Todo es una colección de unidades que son al final una misma cosa.
De la misma forma me erizó la piel, sentí el estómago en la garganta y me emocioné al punto en que no podía pensar en otra cosa más que en la ira y el cólera. En esa confusión en el cuerpo, el nerviosismo y la muchosidad en mi vida violeta.
Me encantan los niños de Jeanne.
Me matan
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